Más de veinte años de exilio en la Argentina
Por: Mariana Rolandi
Aquella tierra con nosotros no fue lo buena que quisimos" comienza un poema de Rafael Alberti. Y su tierra que no fue buena para él, lo obligó al exilio, siendo Argentina su lugar de asilo y trabajo durante 24 años. Poeta, dramaturgo y pintor, el andaluz Alberti se había afiliado al Partido Comunista español y tuvo que escapar del franquismo. Llegó a la Argentina en 1940 y se quedó aquí hasta 1963. Lo acompañaba su esposa, María Teresa de León, y quiso la suerte que en Buenos Aires naciera su única hija, Aitana.Aunque el exilio suele despertar nostalgia y desarraigo, en Buenos Aires Alberti también tuvo sus dulces compensaciones. La amistad con la actriz Delia Garcés y su esposo, el director Alberto de Zavalía, fue una de ellas, vínculo del que surgieron dos películas, La Dama Duende y El gran amor de Bécquer, ambas con guiones de Rafael y María Teresa. También estuvieron presentes en esos tiempos, una lista de afectos que incluyen a Victoria Ocampo, Raúl González Tuñón, el editor Gonzalo Losada, el compositor Juan Carlos Guastavino, Oliverio Girondo y Norah Lange. Y, claro, algunos pintores, como Lino Spilimbergo, Raúl Soldi y Juan Carlos Castagnino. Se guardan aún recuerdos de La Gallarda, su casa en Punta del Este, que fue lugar de reunión para todos. ...miremos de la mano/ pampas, mares y gentes nunca vistos,/ el girar de las horas trastocadas. Mucho hay en su obra no sólo de amistades y solidaridad al expulsado de la propia tierra. Se leen en sus líneas voces y miradas que le dejó este país, en el que publicó una veintena de libros, incluyendo partes de su autobiografía: En mi cercado jardinillo de la calle Las Heras, bajo dos florecientes estrellas federales, el mareante aroma de un magnolio vecino, cuatro pobres rosales, martirizados por las hormigas, y el apretado verde de una enamorada del muro, doy comienzo a este segundo libro de mis memorias. Dejaría el poeta nuestro país pensando en Cádiz, pero debió quedarse en Roma y esperar un tiempo más. En 1992 regresó a la Argentina a realizar una serie de recitales -entre ellos uno con Enrique Llopis- y a revisitar su estancia aquí, recordando la pampa y los mares nunca vistos, que tanto tiempo le dieron asilo.
EL GRAN POETA ESPAÑOL ES EL AUTOR DEL VERSO "SE EQUIVOCO LA PALOMA"
El emocionante hallazgo de los poemas inéditos de Rafael Alberti
Los encontró la crítica Beatriz Hernanz en varios cuadernos, en una biblioteca privada. Allí estaba "Réquiem", el primer escrito del poeta. Aquí, Hernanz narra cómo fue la tarde en que le mostró sus hallazgos a Alberti.
Por: Beatriz Hernanz
Fuente: BABELIA Y CLARIN

Hay experiencias que quedan marcadas como ciertos amaneceres en el mar, y el hallazgo en una biblioteca privada de unos manuscritos de Rafael Alberti, sus primerísimos poemas dispersos en varios cuadernillos, fue una feliz iluminación que me hizo sumergirme durante meses en la Biblioteca Nacional, para comprobar si estaban recogidos en las distintas ediciones de las obras publicadas de Rafael."Casualidad llaman los bobos al destino", afirmaba Ginger Rogers en un musical de 1934. La frase me vino a la mente cuando descubrí que, entre más de cuarenta poemas inéditos, acababa de hallar Réquiem, el poema que Alberti consideraba el primero de su autoría. Lo había escrito en 1920, tras la muerte de su padre. En sus memorias sólo recordaba unos versos y allí se encontraba completo, acompañado de muchos otros, esperando un nuevo lector después de tantos años. Meses más tarde, concerté una entrevista con Rafael Alberti, en su casa de la Castellana. Tras las presentaciones, merendamos. El poeta se quedó plácidamente sorprendido en el reencuentro con sus primeros versos. "Niña, come otro barquillo", me decía Alberti, entre poema y poema. Su rostro se iba transformando.Comenzamos con los versos de Los Balcones Suaves, fechados en 1924, donde figuraban poemas inéditos con cierto regusto a confitería lírica, a la poesía popular de libros como El alba del alhelí, muy apropiada a esa tarde de merienda: La feria en mi corazón/ es un helado de fresa./ Se encienden por ti las frutas/ -sol de las confiterías-/ La gloria es la mejor cena./ «échame tus trenzas morena, leía Rafael, con regusto a barquillo adolescente, en el poema titulado "Reyes Magos". Continuamos en esa tarde larga y clara con El cuaderno de Mari Celina, donde se encontraban, todos inéditos, los balbuceos poéticos de Alberti. Su mirada estaba en otro sitio, en otra época, no en esa tarde de los 80. Era el muchacho que deambulaba por las calles de Madrid, dibujando en el Museo del Prado, perdiéndose tembloroso de amores en el parque del Retiro, ahumado en cafés, en ese julio de 1920.Las páginas de La arboleda perdida casi son un correlato directo del cuaderno descubierto. Muere su padre. En La arboleda perdida nos dice Alberti: "Por mucho tiempo viví triste. Me vistieron de luto. Toda mi gente se ennegreció. Comenzaron los rosarios y las misas. (...) Yo me iba de mi casa en busca de la soledad, por las afueras de mi barrio. La llanura, con sus chopos ensimismados, y el Guadarrama azul en la lejanía, fueron mis buenos compañeros de aquellos meses. Me quedaba en el campo hasta muy atardecido. Y -¡Oh milagro!- me seguían saliendo los poemas como brotados de una fuente misteriosa que llevara conmigo y no pudiera contener". El poema 18 del Cuaderno... está fechado el 3 de julio de 1920 (con idéntica datación que "Réquiem" dedicado a la muerte de su padre). Se titula Ingenuidad y está dedicado a "Chinita". Allí, Alberti ya realiza una mezcla de los elementos que van a figurar a lo largo de toda su obra: el mundo de lo popular, el espacio de la inocencia y la infancia, junto a las sombras del escepticismo, del mundo de las pulsiones sexuales, de la grisalla humana que le conduce al desengaño en sus creencias y a la ruptura con el universo establecido, para llegar hasta su conocido compromiso político. Comienza el poema hablando de las leyendas, de la infancia; la niña de diez años inocentemente quiere al poeta, se dan un beso muy largo, como los caballeros de los cuentos. Pero el poeta habla de "eso", que sabe desde hace poco tiempo. En La arboleda... recuerda sus primeras visitas a los prostíbulos, su descubrimiento del sexo. En otros poemas de este Cuaderno menciona la relación entre dos amigos y una chica, María Luisa, que tuvieron probablemente un asunto sentimental entre ellos.En otro cuaderno hallado, que he titulado Poemas agrupados, fechado pocos años después, figuran borradores en la estela de Sermones y moradas, compuestas en sus vacaciones en Cercedilla, con su amiga Maruja Mallo, y tres inéditos, dos de ellos tal vez excluidos por el poeta por tremendamente irreverentes.Parafraseando a Baudelaire, Alberti va al fondo de lo desconocido para alcanzar lo nuevo. Se ha producido una crisis profunda, sin vuelta atrás. Desecha las creencias en las que ha crecido, para dejar paso a un sistema de irracionalismo poético, a la provocación incendiaria, y hasta blasfema, que también practicará en sus poemas de la Guerra Civil. El joven rebelde quiere llegar a las raíces de la injusticia en esa España que ya raya los años 30. Alberti escribe su rabia, su desengaño, y blasfema contra todo. Es una poesía del conflicto. Heidegger decía que la obra de arte debe ser una instigación al conflicto. Rafael nos lleva en estos versos a su mundo en transformación. Es una frente la que hoy pide auxilio partida y dejada sobre las extensiones donde los buitres le declaran la guerra al viento y a la lluvia, es uno de esos poemas inéditos: duro, de sintaxis acumulativa y prófuga, que desorienta y golpea al lector, como el propio sujeto lírico. Mi visita llegaba a su fin. Casi era noche cerrada cuando abandoné de puntillas la casa de Alberti. Me vinieron entonces a la mente esos versos de Rafael que descubrí en el Cuaderno de Mari Celina: "Ha caído la tarde, y en la inmensa avenida/ ríe la paz de la luna tras la oscura arboleda".
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